domingo, 2 de abril de 2006

Medianoche de Abril

EL AZAHAR DE MURCIA
El paseo de esta tarde-noche me ha sabido a gloria divina. El aroma del azahar, impregnaba el ambiente. Cerraba los ojos y casi podia escuchar los ensayos de las bandas de musica para la Semana Santa murciana. Intento aguantar todo el tiempo posible con los ojos cerrados. Intento retener el aroma y las imagenes de la niñez. Intento besar a las personas que se fueron hace tiempo. Abro los ojos empañados por los recuerdos y el momento disfrutado. ¿A que huelen los recuerdos?: Esta noche, a azahar, y a muchos seres queridos.

OTROS OLORES MAS APESTOSOS
Desgraciadamente, no es azahar lo que desprende las informaciones sobre Murcia y algunos murcianos en candelero actualmente. Estupefacto por las noticias que van apareciendo sobre Marbella, recibo con mas asco que honra, la de que el cerebro de todo este estercolero multimillonario es de Murcia. Espero que a Marbella le siga otro destape por la costa murciana, alicantina y en toda la costa mediterranea. Dicen, que lo construido es muy dificil demolerlo. Yo tengo fe, porque, torres mas altas han caido. De todas maneras, mas vale tarde que nunca.

ADJETIVA QUE ES GERUNDIO
Recibo un correo de uno de los muchos sitios donde estoy suscrito, recordandome el aniversario del fallecimiento de Juan Pablo II. Esto, ya lo recordaba y no me ha sorprendido. Lo que si me ha dejado estupefacto ha sido el calificativo, que no se de donde ha salido ni cuando se ha acuñado: El Grande.
No me importa el adjetivo, pero se empieza por ahi y se puede acabar en pañales, me explico: Esto cuando se empieza, tiende a ir superando el calificativo en las siguientes ocasiones. No hay nada mas que ver los anuncios de MediaMarkt, que empiezan bajando un 20%, y acaban bajandose los pantalones. Suerte que los eclesiasticos de rango superior no llevan dicha prenda.

LA WEB NUESTRA DE CADA DIA: Federico Garcia Lorca
No, hoy no es una web, porque no hay web en el mundo que pueda abarcar por si sola a Lorca. Hoy se cumplen 66 años de la publicacion de Poeta en Nueva York de Lorca. Al enlace principal, hay que añadir el de la Fundacion Garcia Lorca y el de la Casa Museo. Sigue sin complentarse, seria dificil exponerlo todo, no por que no exista, sino por mi incompetencia. Ante Lorca, a uno le faltan las palabras, aunque sean palabras sin sentido, por eso, quisiera acabar este apunte diario con la voz siempre viva de Lorca:

LOS ENCUENTROS DE UN CARACOL AVENTURERO

Hay dulzura infantil
en la mañana quieta.
Los árboles extienden
sus brazos a la tierra.
Un vaho tembloroso
cubre las sementeras,
y las arañas tienden
sus caminos de seda
-rayas al cristal limpio
del aire-.
En la alameda
un manantial recita
su canto entre las hierbas.
Y el caracol, pacífico
burgués de la vereda,
ignorado y humilde,
el paisaje contempla.
La divina quietud
de la Naturaleza
le dio valor y fe,
y olvidando las penas
de su hogar, deseó
ver el fin de la senda.

Echó a andar e internose
en un bosque de yedras
y de ortigas. En medio
había dos ranas viejas
que tomaban el sol,
aburridas y enfermas.

"Esos cantos modernos
-murmuraba una de ellas-
son inútiles". "Todos,
amiga -le contesta
la otra rana, que estaba
herida y casi ciega-.
Cuando joven creía
que si al fin Dios oyera
nuestro canto, tendría
compasión. Y mi ciencia,
pues ya he vivido mucho,
hace que no lo crea.
Yo ya no canto más..."

Las dos ranas se quejan
pidiendo una limosna
a una ranita nueva
que pasa presumida
apartando las hierbas.

Ante el bosque sombrío
el caracol se aterra.
Quiere gritar. No puede.
Las ranas se le acercan.

"¿Es una mariposa?",
dice la casi ciega.
"Tiene dos cuernecitos
-la otra rana contesta-.
Es el caracol. ¿Vienes,
caracol, de otras tierras?"

"Vengo de mi casa y quiero
volverme muy pronto a ella".
"Es un bicho muy cobarde
-exclama la rana ciega-.
¿No cantas nunca?" "No canto",
dice el caracol. "¿Ni rezas?"
"Tampoco: nunca aprendí".
"¿Ni crees en la vida eterna?"
"¿Qué es eso?
"Pues vivir siempre
en el agua más serena,
junto a una tierra florida
que a un rico manjar sustenta".

"Cuando niño a mí me dijo
un día mi pobre abuela
que al morirme yo me iría
sobre las hojas más tiernas
de los árboles más altos".

"Una hereje era tu abuela.
La verdad te la decimos
nosotras. Creerás en ella",
dicen las ranas furiosas.

"¿Por qué quise ver la senda?
-gime el caracol-. Sí creo
por siempre en la vida eterna
que predicáis..."
Las ranas,
muy pensativas, se alejan.
y el caracol, asustado,
se va perdiendo en la selva.

Las dos ranas mendigas
como esfinges se quedan.
Una de ellas pregunta:
"¿Crees tú en la vida eterna?"
"Yo no", dice muy triste
la rana herida y ciega.
"¿Por qué hemos dicho, entonces,
al caracol que crea?"
"Por qué... No sé por qué
-dice la rana ciega-.
Me lleno de emoción
al sentir la firmeza
con que llaman mis hijos
a Dios desde la acequia..."

El pobre caracol
vuelve atrás. Ya en la senda
un silencio ondulado
mana de la alameda.
Con un grupo de hormigas
encarnadas se encuentra.
Van muy alborotadas,
arrastrando tras ellas
a otra hormiga que tiene
tronchadas las antenas.
El caracol exclama:
"Hormiguitas, paciencia.
¿Por qué así maltratáis
a vuestra compañera?
Contadme lo que ha hecho.
Yo juzgaré en conciencia.
Cuéntalo tú, hormiguita".

La hormiga, medio muerta,
dice muy tristemente:
"Yo he visto las estrellas."

"¿Qué son las estrellas?", dicen
las hormigas inquietas.
Y el caracol pregunta
pensativo: "¿Estrellas?"
"Sí -repite la hormiga-,
he visto las estrellas,
subí al árbol más alto
que tiene la alameda
y vi miles de ojos
dentro de mis tinieblas".
El caracol pregunta:
"¿Pero qué son las estrellas?"
"Son luces que llevamos
sobre nuestra cabeza".
"Nosotras no las vemos",
las hormigas comentan.
Y el caracol: "Mi vista
sólo alcanza a las hierbas."

Las hormigas exclaman
moviendo sus antenas:
"Te mataremos; eres
perezosa y perversa.
El trabajo es tu ley."

"Yo he visto a las estrellas",
dice la hormiga herida.
Y el caracol sentencia:
"Dejadla que se vaya.
seguid vuestras faenas.
Es fácil que muy pronto
ya rendida se muera".

Por el aire dulzón
ha cruzado una abeja.
La hormiga, agonizando,
huele la tarde inmensa,
y dice: "Es la que viene
a llevarme a una estrella".

Las demás hormiguitas
huyen al verla muerta.

El caracol suspira
y aturdido se aleja
lleno de confusión
por lo eterno. "La senda
no tiene fin -exclama-.
Acaso a las estrellas
se llegue por aquí.
Pero mi gran torpeza
me impedirá llegar.
No hay que pensar en ellas".

Todo estaba brumoso
de sol débil y niebla.
Campanarios lejanos
llaman gente a la iglesia,
y el caracol, pacífico
burgués de la vereda,
aturdido e inquieto,
el paisaje contempla.



MAS QUE MIL IMAGENES: Studio Stonek-Fotos de la ciudad de Nueva York