Cuaderno de viaje (VII)
Hoy nos despertabamos con la sensacion de permiso dominical. Teniamos mañana libre para visitar Bruselas a nuestro antojo e ir de compras ¿en domingo?. La tranquilidad se convirtio casi en batalla, solo que cambiando la espada por el tenedor y el cuchillo. Si ayer el buffet fue un poco desastroso, hoy cambio por completo lo de "un poco", por "totalmente". La bolleria y panaderia venia escasa-isima. Los camareros tenian que atravesar toda la sala, para llegar con los recipientes a la gondola, pero por el camino les iban aliviando el peso, los caraduras que no respetaban a los hambrientos y pacientes giris que estabamos esperando en lagondola, el resultado es que tan solo llegaban unas escasas unidades. Logicamente esas escasas unidades eran asaltadas por el batallon desesperado y hambriento, que no reparaban en canas y quitaban de las manos las piezas si el poseedor era mas debil. Esta mañana coincidiamos a la misma hora mas grupos que el dia anterior y micho me temo que debian de ir a comer y cenar a un restaurante similar al nuestro. La ventaja nuestra era que disponiamos de mas tiempo y ellos tenian que coger autobus, para seguir el paraguas de algun guia. La espera paciente, nos proporciono abundante bolleria para resarcir la cena anterior.
El paseo por la ciudad, a nuestro ritmo, nos proporciono el sabor que siempre hemos disfrutado en nuestros viajes. Calles, edificios, comercios que no estan dentro de la ruta giri y que tan solo el ritmo sin prisa puede proporcionar. Entre estos descubrimientos, la Fundacion Jacques Brel, frente a otra maravilla, El Palacio de los Tes.
Posteriormente y por otra zona, infinidada de establecimientos orientales. Ambulatorios de medicina china tradicional, supermercados, restaurantes, comidas para llevar, etc. Cerca de alli, la Iglesia de Santa Catalina, en donde se celebraba un rito ortodoxo ¿ruso?, intuido por la apariencia fisica de los devotos participantes. A unas pocas manzanas, otro templo, el de nuestros pecados bruselenses, el restaurante donde dariamos cuenta de la ultima comida -por nuestra parte- en dicho lugar.
Tras la comida, otro rato de turismo guiado. Como ocurrio con La Haya, el guia nos propuso contratar los servicios de un guia local para la visita programada de Amberes. Logicamente, previo pago del importe de sus honorarios, a escote solidario. No me explico, como el tur-operador, programa unas visitas panoramicas de una ciudad con el guia del viaje, sin que este haya visitado la ciudad en su vida. Un libro lo podemos leer todos, pero eso, profesionalmente no se puede hacer. No culpo al guia, sino a la operadora.
Ademas estoy seguro que el guia con sus conocimientos adquiridos en el libro de Michelin, nos hubiese proporcionado mejor guia que la contratada. Unas escasas explicaciones ante tres monumentos. Un desconocimiento del porque estaba media poblacion vestida con trajes sacados de la epoca de Carlos V y con actuaciones en varios emplazamientos. Luego, la propuesta a visitar la catedral, previo pago del importe. Me niego a pagar por entrar a un templo, por muy maravilloso que este sea, por muchos organos impresionantes que contenga, mucho mas, cuando un poco mas tarde al celebrar una misa, podia entrar todo el mundo. Nos despedimos hasta una hora mas tarde de la guia y demas interesados en contemplar -pagando- el templo y me dedico a visitar los alrededores a mi aire. Como siempre, descubrimientos deliciosos de todo tipo.
Unos minutos antes de la hora indicada, como es normal en mi, estoy en el lugar indicado, pasan los minutos de cortesia, los de movimiento nervioso, los de cabreo increscendo y cuando iba a soltar quejidos en flamenco -de La Union, por supuesto-, aparecen algunos de los visitadores del templo y nos comunican que la hora de encuentro fijada se habia aplazado una hora mas, porque no pudieron entrar a visitar el templo por el horario de misas. ¿No conocia este detalle la guia local?¿Nadie callo en la cuenta que habiamos personas que iriamos a una hora fijada al punto de encuentro y que no se podia aplazar sin que alguien estuviese alli para notificarlo?¿porque se continuo la visita por la ciudad sin el resto de personas que no fuimos a la catedral, si tambien habiamos pagado el importe "escotado" de la guia?. Bueno, podria poner mas interrogantes, pero por el precio, no merece la pena. Volvemos a Bruselas para prepararnos para la gran cena.
El paseo del dia anterior por la Rue Bouchers, nos puso en la direccion de degustar uno de las especialidades de Bruselas, junto a las cervezas y lo chocolates: Los mejillones.
Cocinados de diversas maneras y presentados en una cacerola que parece no terner fin, supone un plato unico, con el quedar satisfecho en demasia y olvidas comidas anteriores en esta misma ciudad. Disfrutamos del evento, incluso de la pequeña disputa entre el responsable de captacion de nuestro restaurant y dos de restaurantes vecinos, por la "apropiacion indebida" de giris españoles, que correspondian en su pacto a cualquiera de los otros dos. Somos giris, estamos etiquetados y tenemos un destino marcado.
Disfrutamos como unos buenos comedores con los molues/mejillones/mussels y no nos quedo sitio para el postre, y eso en mi, dice mucho de lo lleno que debia de estar.
Caminamos hacia el hotel, atravesando por ultima vez las Galerias Reales Huberts, las mas antiguas galerias cerradas del mundo con su maravilloso techo acristalado.
Nos despedimos de Bruselas, porque por la mañana estaremos todavia medio dormidos para hacerlo. Una gran ciudad, que merece la pena ser visitad con detenimiento y con mas tiempo y exclusividad, lo apuntare en la agenda.
***** ESTO ESTA INACABADO, PERO HAY QUE PARAR PARA COMER *****
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